Aún recuerdo esos días de colegio, tú tenías 17, el pelo largo, los ojos más verdes que había visto nunca, y esa sonrisa que aún con braquets a mí me parecía la más bonita del mundo. Sólo con mirarnos sonreíamos y un día, tímidamente, me pediste que fuéramos novios. Ahí empezó todo.
Pasaron los años, y fuimos creciendo juntos. Tras acabar la universidad, decidiste que querías vivir viajando. ¡Y qué iba a decirte yo!, que aunque tú eras el destino más bonito que la vida ha puesto en mi camino…¡Me sumaba a la aventura!
Cada viaje que hicimos nos enseñó algo, viajar nos enriquecía, y fuimos acumulando recuerdos y momentos vividos en nuestras mochilas y yo iba enamorándome de ti sin darme cuenta…Tenías esa costumbre de sonreírme después de hablarme, y a mi se me olvidaba lo que decías.
Fue entonces cuando en nuestro siguiente viaje, con destino a Manarola, Italia, decidí dar un paso más. Fue allí, en el punto más alto del pueblo, justo al lado de esa trattoria que tanto te gustaba, donde te pedí que fueras mi compañera de vida. Tú dijiste que SÍ, y yo te besé con los mismos nervios que un niño con patines nuevos.
Tres años después, nació nuestro mejor regalo. Decidimos que se llamaría Asia, siempre fue tu continente favorito…Cuando sea mayor, le contaremos que en cuanto supimos de su llegada, lo celebramos admirando el monte Fuji con el mejor de los abrazos, dijiste.
Ella fue creciendo, y yo, que siempre pensé que tú eras el único amor de mi vida, me vi inmerso en el sentimiento más bonito que había tenido nunca.
Su primer cumpleaños, su primer viaje, sus preguntas inocentes, su sonrisa, tan parecida a la tuya, su primer día de colegio…La mochila era más grande que ella, ¿recuerdas? La miro y te veo a ti, que aunque no eres una niña, siempre has vivido como tal, sin miedos, y siempre preguntándote el por qué de las cosas.
Hoy es San Valentín, estoy tomando un café y me he puesto a recordar todos estos momentos que viví contigo. Mientras escribo esta carta, sonrío inconscientemente mientras miro hacia arriba, el camarero me mira raro, y en la mesa de al lado hay dos chicos que parecen tener su primera cita.
No sé qué regalo hacerle a la persona que más me ha dado. Yo siempre he sido más de la experiencia que del objeto, por lo que el mejor regalo para mi es pasar tiempo a tu lado. Estas líneas son sólo una muestra para que recuerdes, que #LoVivíContigo, y que lo volvería a vivir mil veces.