El bullying es invisible, silencioso y sutil. Eso lo hace difícil de ver y detectar. Y, en muchas ocasiones, al ser la línea entre bullying y conflicto difuso, no es fácil diagnosticarlo. Me gustaría ofrecerte en este artículo algunas pautas y herramientas para hacer visible lo invisible. Ante cualquier duda, acude a un experto.

¿Cómo podemos quitar este manto de invisibilidad y frenar el bullying a tiempo?
Para empezar, todos los padres deberíamos asumir la responsabilidad de educar a nuestros hijos con límites firmes y amables, enseñar valores como la tolerancia y el respeto, y habilidades sociales como la empatía y la asertividad. También es importante entender que los hijos están aprendiendo y se pueden equivocar. Aceptar sus (y nuestros) errores y trabajar para corregirlos. Muchas madres y padres no quieren ver la realidad y cuando hay un problema escurren el bulto. “Ocho de cada diez padres se ponen de parte de sus hijos cuando el menor es acusado de bullying”. Por otro lado, seguimos pensando que el bullying es cosa de niños, es normal, desaparecerá o les hará más fuertes. Como dice Aristóteles: “el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”.

Deberíamos pensar y revisar estas afirmaciones. Cambiando estas creencias sociales, cambiaremos comportamientos. El bullying no es cosa de niños, ni es normal, ni te hace más fuerte, ni acaba desapareciendo por sí solo. El bullying es violencia repetida entre iguales, no es normal ya que no atribuye a la definición de ‘normal’, te destruye la autoestima e incluso la vida, y necesita de la intervención de los adultos para que desaparezca.
SOLO CAMBIÁNDONOS DE GAFAS, DEJAREMOS DE SER CIEGOS FRENTE EL BULLYING.

Por último, me gustaría ofrecerte una herramienta para detectar el bullying a tiempo. Se trata de un juego de preguntas muy sencillo, pero muy revelador.
Antes debemos estar muy atentos a las señales no verbales que aparecen en nuestros hijos, y luego utilizar esta herramienta que nos ayudará a facilitar espacios de comunicación para que se abran y nos cuenten.
ALGUNAS SEÑALES MÁS COMUNES EN LOS CASOS DE BULLYING SON:

– Cambio repentino de actitud/comportamiento
– Aislamiento del niño o no se relaciona como antes lo hacía
– No quiere ir al colegio o pone excusas para no ir
– Aburrimiento o descenso del rendimiento escolar
– Está de mal humor o más irritado o nervioso
– Cambios físicos: insomnio, pesadillas, falta de apetito, problemas
gastrointestinales, ahogos, mareos, dolor de cabeza…
– Vuelve del colegio con material roto o perdido
EL JUEGO DE LAS PREGUNTAS

Se trata de escribir en distintos bajalenguas o similar (pueden ser papeles) algunas de estas preguntas y ponerlas todas dentro de un vaso, caja o similar sin que se pueda ver la pregunta. Uno de los dos empieza y coge una pregunta, la lee en alto y la responde.
Tras la respuesta a la pregunta, el otro debe formular como mínimo dos preguntas nuevas para profundizar y generar más saberes.
Veamos un ejemplo:
Tu hijo inicia el juego y saca la siguiente pregunta:
Si fueras un superhéroe, ¿cuál serías? Y la respuesta es “Spiderman”.
Posibles preguntas: ¿Qué es lo que más te gusta de Spiderman?
Si fueras él, ¿qué harías? (deja un espacio de reflexión)
Podéis seguir conversando sobre esto si veis que es importante o pasar al turno del siguiente jugador.

Para que este juego funcione y tu hijo se comunique de forma sincera y sin miedo, debes estar presente y atento. Intenta buscar un espacio y un momento donde estéis tranquilos y sin distracciones (nada de móviles) y escucha de forma activa a tu hijo, sin juzgar ni opinar, ya que, si lo haces, puedes bloquear la comunicación.

No sólo es importante que las víctimas hablen, sino los testigos también. No esperes y habla desde ya con tus hijos sobre el bullying. Cuéntales qué es, ponles ejemplos y pregúntales si ven algo similar en la escuela. ¡Todos somos responsables!
