Hace unos días recibimos un email, no se trataba de un email cualquiera, ha sido el mejor que hemos recibido. A continuación lo entenderéis todo:
Todo comenzó hace 6 años, necesitaba una mochila, me daba igual el color, tenía 10 minutos para comprarla y salir corriendo a terminar la maleta. Me esperaba mi Erasmus, Bolonia. Por lo tanto, no tenía tiempo que perder, azul, verde, negra, el color daba igual, solo pensaba en guardar los calzoncillos, calcetines y coger ese vuelo hacia la independencia. El color elegido fue el verde, nunca me había comprado una mochila verde, la vi y dije –¡Mía!-. Sin darme cuenta, se convirtió en mi refugio, día y noche, tardes en la plaza, madrugadas en la plaza, –¡sí, estábamos mucho en la plaza!- y viajes espectaculares a ciudades como Siena, Turín, Roma o Nápoles. No era un artículo más, de hecho, para mi no era un producto cualquiera, era una prolongación, salía y entraba con la misma frecuencia que yo. Pero algo pasó ese jueves a las 03:00h. en el Café Paris, la perdí… las horas, la música y el limoncello me hicieron despistarme.
La idea de comprarme otra mochila, no me gustaba absolutamente nada, y no era por cuestión de dinero, era mi mochila y comprar otra nueva no sería lo mismo. A los 4 días mi teléfono sonó, la suerte estaba de mi parte, una interesante y dulce voz Española me decía: -¿Eres Pablo? Tengo una mochila verde, sucia-. Sí, estaba un poco sucia, pero me encantaba. Ya era mía, y ojalá la chica también. Y así fue, Cristina, mi chica, mi mujer, no sé si fue la mochila, el destino o lo que fuese, pero ella entró en mi vida.
Volví a España y con la vuelta, empezaron las entrevistas, los ascensores, los psicotécnicos y los jefazos. Cambiaba de pantalones, camisas y corbatas, pero no de maletín. Ya sabéis de donde era mi maletín, cruzó Madrid tanto como yo, me daba seguridad, no sé porque, aún no lo sé. Encontré trabajo, y aquí la tengo, al lado derecho de mi mesa.
Han pasado ya seis años desde que entré a esa pequeña tienda en la que el logo era dos muñequitos, no sé si fue el azar, el destino o el color verde, pero sí sé que tengo la vida que quiero y la mujer más maravillosa que podría imaginar. No sé si Totto ha influido en mi camino, pero me gusta pensar que sí. Este año, Cristina y yo no vamos a estar solos, vamos a ser tres, ¿y sabéis qué? Quiero que Totto también esté en su vida.
Gracias y Feliz 2016.
Recibir esta historia nos has hecho especial ilusión… por ello queríamos compartirla con todos vosotros.
¡Hasta pronto amigos! @TottoEspana